Confesión
Soy Marina y soy melalcohólica...
cuando empecé creía que eso de la añoranza era parte del intento de ser poeta, y poco a poco me fui sumergiendo en un mundo de blues, jazz, cigarros y alcohol.
Tomarme 2 o 3 cafés era parte de la rutina nocturna para observar la luna en plenitud o en crescendo.
Me dediqué a leer tristezas y nostalgias acompañadas de adagios y requiems.
Me convertí en snob cultural, despreciando de manera sobrenatural a aquellas personas menos afortunadas que no tenían una ortografía privilegiada como la mía.
Me fui rodeando de personas que como yo evocaban tiempos no vividos, los llamados de corazón viejo.
Y al tocar el fondo, he empezado a salir de la eterna depresión que tanta melancolía me había provocado.
Siempre he dicho "el principio y el final tienen la misma espalda" así que lo más bajo que pude caer es lo que me está permitiendo colorearme de rosa en esta vida que se augura muy distinta.